Son ladrones de la historia. Conocen las
coordenadas, excavan ilegalmente y venden los tesoros en el mercado
negro del arte. El arqueólogo berciano Feliciano Cadierno denunció hace
meses ante la Junta de Castilla y León el expolio de dos abrigos rocosos
en Toreno y Librán que albergan pinturas rupestres. Los saqueadores
intuyeron que si había arte prehistórico en estas cuevas con seguridad
habría objetos de hace miles de años.
Cadierno, que recorre estas
grutas en busca de nuevas huellas de pinturas esquemáticas para su tesis
doctoral sobre arte rupestre en León, ha sido testigo de la «evolución»
de las excavaciones ilegales. En una pequeña caverna conocida como
Buracón de los Mouros (Librán) detectó que una de las salas había sido
‘perforada’. Además, los ladrones dejaron rastros del saqueo: olvidaron
el fragmento de un molino de piedra del Neolítico. Cadierno comunicó
estos hechos a Patrimonio, así como sondeos ilícitos en un abrigo rocoso
no catalogado en el inventario de yacimientos, ubicado en San Pedro
Mallo (Toreno), donde el investigador descubrió nuevas pinturas
rupestres.
En la caverna de Toreno Cadierno localizó una
excavación de uno por dos metros y 50 centímetros de profundidad. Cuando
regresó días después a la cueva, los expoliadores habían ampliado la
excavación a un área de seis metros cuadrados y habían bajado hasta una
cota de un metro.
Cadierno afirma que en Peña Piñera y Librán los
ladrones han arrancado pinturas rupestres, algunas con anterioridad a
que las cuevas fueran incluidas a finales de los ochenta en la Carta
Arqueológica. El investigador leonés, que llama «piratas arqueológicos»
a los saqueadores, asegura que «conocen los sitios a la perfección y
saben bien lo que buscan para venderlo en el mercado negro». Cadierno
tuvo que solicitar a la Junta la pertinente licencia de prospección para
las investigaciones que está llevando a cabo con el fin de inventariar
todo el arte rupestre leonés. Por el contrario, los ladrones se mueven
sin trabas por los yacimientos de la provincia.
El mapa del tesoro
«Son
auténticos profesionales. Algunos descubren enclaves arqueológicos
antes que los propios arqueólogos», afirma Ángel Morillo, profesor de la
Universidad Autónoma de Madrid y experto en el León romano. Acceder a
las cartas arqueológicas, una especie de ‘mapa del tesoro’ donde se
indican las coordenadas de todos los yacimientos de la provincia, exige
un permiso de la Junta, de ahí que Morillo no crea que los expoliadores
utilicen esta «información sensible» que «no se facilita a cualquiera».
La ubicación de muchas grutas con arte rupestre, en lugares resguardados
en pleno monte y lejos de cualquier población, permite a los ladrones
realizar con tranquilidad excavaciones arqueológicas en busca de objetos
milenarios muy bien pagados en el mercado negro.
El Servicio de
Protección a la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil realiza cada
año más de 500 intervenciones por expolios arqueológicos en España.
Cuando los agentes detectan la rapiña pueden haber transcurrido meses,
de ahí la dificultad de detener a los ladrones.
Muchos de los
‘piratas’ están equipados con las últimas tecnologías y ‘barren’ los
yacimientos con detectores de metales y georradares para averiguar si
merece la pena o no coger el pico y la pala. La policía sólo ha
recuperado una treintena de obras de arte robadas en las tres últimas
décadas. Uno de los golpes más importantes se produjo hace cuatro años,
cuando registraron un piso de contrabandistas de arte en la capital
leonesa, que permitió rescatar miles de objetos robados de incalculable
valor. La operación se saldó con cinco detenidos. Más reciente fue el
caso del busto de mármol de Marco Aurelio sustraído de la espadaña de la
iglesia de Quintana del Marco y localizado a principios de año por
la Guardia Civil en el maletero de un coche en Córdoba.
Fuente:diariodeleon.es
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